domingo, 11 de abril de 2010

traduccion de "divided in death" de j.d.robb-capitulo 1

DIVIDIDO EN LA MUERTE

POR J.D. ROBB

No suspiren más, señoras, no suspiren más

Engañadores siempre han sido los hombres.

--WILLIAM SHAKESPEARE

El matrimonio es una cosa desesperante

--JOHN SELDEN

PROLOGO

Matar era demasiado bueno para él.

La muerte era un fin, incluso un alivio. Iría al infierno, no había duda en ello, y ahí sufriría el tormento eterno. Ella hubiera querido eso para el… eventualmente. Pero por el momento, ella quería verlo sufrir desde donde estaba.

Mentiras, engaños, hijo de perra¡ Ella quería que lloriqueara y rogara e implorara y se deslizara por su vientre como la rata de alcantarilla que era. Ella quería que sangrara por sus orejas, que gritara como una niña. Ella quería retorcer su adultero pene en nudos mientras lloraba por piedad que nunca le daría.

Ella quería aporrear con sus puños su hermoso rostro de mentiroso hasta que fuera una pulposa masa de sangre y hueso.

Entonces y solo entonces, el sin-pene y sin rostro bastardo moriría. Una lenta, marchita y agonizante muerte.

Nadie, nadie engañaba a Reva Ewing.

Tenia que detenerse y parar el auto en el desglose de carril de Queensboro Bridge hasta que se calmara lo suficiente para confiar en sí misma y continuar. Porque alguien había engañado a Reva Ewing. El hombre que había amado, el hombre con quien se había casado, el hombre en quien confiaba absolutamente estaba, incluso ahora, haciendo el amor con otra mujer.

Tocando a otra mujer, probándola, usando esa hábil y mentirosa boca, esas diestras y engañosas manos para enloquecer a otra mujer.

Y no solo cualquier otra mujer. Una amiga. Alguien más a quien quería y confiaba, en quien creía y contaba.

No solo era exasperante. No solo era doloroso saber que su esposo y su amiga tuvieran una aventura, y debajo de su inconsciente nariz. Era vergonzoso descubrirse a si misma un cliché. La esposa engañada, la boba despistada que aceptaba y creía al adultero cada vez que decía que tenia que trabajar tarde, o tenia una cita a cenar con un cliente, o corría fuera de la ciudad por unos días para concretar, o entregar una comisión.

Peor, Reva, pensaba mientras el trafico zumbaba a lado de su coche, que ella de todas las personas podría ser tan fácilmente engañada. Ella era una maldita experta en seguridad. había pasado cinco años en el Servicio Secreto y acompañado a un presidente antes de entrar al sector privado. ¿ Donde estaban sus instintos, sus ojos, sus oídos?

¿Cómo podía Blair haber llegado a casa con ella, noche tras noche, fresco de otra mujer y Reva no se había dado cuenta?

Porque lo había amado, Reva lo admitía. Porque había sido feliz, delirantemente feliz en creer en un hombre como Blair, con su sofisticado y asombroso aspecto, la había amado y querido.

Era tan guapo, tan talentoso, tan inteligente. La elegancia bohemia con su oscuro y sedoso cabello y verde-esmeraldas ojos. Ella se había hundido, pensó ahora, en el minuto cuando él volteo a verla, el instante que le había dirigido su sonrisa asesina. Y seis meses depuse, ellos se habían casado y Vivian en una grande y aislada casa en Queens.

Dos años, pensó ella, dos años le había dado todo lo que tenia, compartido cada pieza de ella con él, y amado con cada célula de su cuerpo. Y todo ese tiempo él había estado jugando con ella como una tonta.

Bueno, ahora él pagaría. Se limpio las lagrimas de sus mejillas, cavo profundamente su ira. Ahora, Blair Bissel iba a saber de que estaba hecha.

Se introdujo en el trafico, y manejo a ritmo rápido a Upper East Side, Manhattan.

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La perra roba-esposos, como llamaba ahora a su amiga, Felicity Kade, vivía en un lindo complejo de piedra rojiza cerca de la esquina norte de Central Park. En lugar de recordarse todas las veces que había pasado dentro, en fiestas, cenas casuales, los famosos almuerzos de domingo de Felicity, Reva se concentro en la seguridad.

Era bueno. Felicity coleccionaba arte y guardaba la colección como un perro cuidaba su suculento hueso. El hecho era que, Reva la había conocido tres años antes cuando la estaba ayudando a diseñar e instalar el sistema de seguridad de Felicity.

Se necesitaría a un experto para entrar, e incluso ahora, había copias de seguridad y prueba de fallos que frustraría a cualquiera menos a la crème de la crème de los ladrones.

Pero cuando una mujer vivía, y vivía bien, de encontrar las grietas en seguridad, podría siempre encontrar una. Venia preparada, con dos Jammers, un reforzado palm personal, un código maestro policíaco ilegal, y un aturdidor que usaría inmediatamente en las bolas mentirosas de Blair.

Después de eso, bueno, no sabia muy bien que haría. Tendría que improvisar.

Sopeso su bolsa de herramientas, empujo el aturdidor en el bolsillo trasero, y marcho por la fragante noche de Septiembre a través de la puerta principal.

Desactivo el primer dispositivo mientras caminaba, sabiendo que le quedaría treinta segundos una vez que cerrara el panel exterior. Los números empezaron a aparecer en su computadora de mano, y su corazón empezó a correr mientras contaba para atrás.

Tres segundos antes de que la alarma se activara, el primer código apareció en su jammer. Dejo escapar el aire que tenia aguantando, miro hacia las oscuras ventanas de arriba.

---Continúen haciendo lo que han estado haciendo, par de asnos—murmuro para si mientras introducía el segundo jammer. –solo necesito unos minutos más. Entonces sí que habrá fiesta.

Escucho el zumbido de un coche en la calle detrás de ella, maldito suavemente mientras se frenaba. Una rápida mirada y visualizo un taxi en el bordillo, y la sonriente pareja de traje de noche que salía de ella. Reva se acerco más a la puerta, profundizando en las sombras. Con un mini taladro removió la capa de la palm, nada que el droide de Felicity no hubiera limpiado.

Conecto su PPC con un alambre fino, introdujo un código de desvió, espero los angustiantes segundos hasta que se limpiara. Meticulosamente, reemplazo la tapa, entonces uso el segundo jammer en el correo de voz.

Tomo mas tiempo clonarlo, dos minutos completos, pero sintió el estremecimiento del excitante trabajo a través de la furia cuando la ultima voz grabada se reprodujo.

August Rembrandt.

Los labios de Reva se torcieron en burla mientras la voz de su amiga murmuraba la contraseña. Reva solo tenia que clonar los números de seguridad, entonces usaría las herramientas para abrir el ultimo, una cerradura manual.

Ella se deslizo dentro, cerro la puerta y fuera de su costumbre apago la alarma.

Preparada a que apareciera el droide, y preguntara su asunto, sostenía el aturdidor. La reconocería, por supuesto, y eso le daría tiempo suficiente para freír sus circuitos y despejar el camino.

Pero la casa permanecía silenciosa, y ningún droide apareció en el vestíbulo, rosas rosas, reemplazadas semanalmente. había una leve luz alumbrando la vasija, pero Reva no lo necesitaba. Ella sabia exactamente su camino, y camino directamente hacia las escaleras del segundo piso. A la habitación.

Cuando alcanzo el rellano vio todo lo que necesitaba para encabronarse nuevamente. Arrojado indiferentemente sobre la barandilla estaba la chaqueta de piel clara de Blair. Era la que Reva le había dado en su cumpleaños la primavera pasada. La que se colgó casualmente con sus dedos sobre su hombro esta misma mañana cuando le daba el beso de despedida a su querida esposa y le decía como la iba a extrañar, le decía mientras frotaba su cuello cuanto odiaba tener que irse fuera de la ciudad.

Reva tomo la chaqueta hacia su rostro. podía olerlo en él, y la esencia de él estuvo a punto de rasgar su pena a través de su ira.

Para evitarlo, tomo una de las herramientas que tenia en la mochila y silenciosamente rasgo la piel en listones. Entonces, arrojándolo al piso, se giro sobre sus tacones antes de que escapara su coraje.

Componiendo su cara, volvió a colgarse la mochila, tomo nuevamente el aturdidor de su bolsillo. Mientras se acercaba al dormitorio vio parpadeo de luz. Velas, incluso podía olerlas, un aroma picante y femenino. Escuchaba las notas bajas de música, algo clásico, como las rosas, como la esencia de las velas.

Era tan Felicity, pensó furiosamente. Todo tan femenino y frágil y perfecto. Ella prefería algo moderno, algo de hoy y atrevido para este altercado.

Dale Mavis Freestone pateando el culo de la verdadera música, pensó.

Pero entonces seria muy fácil cambiar de música con el zumbido de ira y el ring de la traición en su cabeza. Pateo la puerta fuertemente con el pie y entro.

podía ver dos figuras acurrucadas juntas debajo de la seda y encajes de la sobrecama. Se habrán dormido, pensó amargamente. Todo acogedor y caliente y sueltos por el sexo.

Sus ropas estaban arrojadas sobre la silla, enredadas, como si hubieran tenido prisa por empezar. Viéndolos, el embrollo de ropas, rompió su corazón en cientos de pedazos.

Vigorizada contra eso, se dirigió a la cama, apoderándose del aturdidor.

-- despierten, malditos cubos de mierda.

Y arrojo la seda y encaje a lo lejos.

La sangre, oh Dios, la sangre. La vista de todo sobre la carne, todo sobre la sabana hizo que su cabeza girara. El repentino olor de eso, de la muerte, mezclada con flores y velas, hicieron que se atragantase y tropezara para atrás.

---¿Blair? ¿Blair?

Grito una vez, sorprendiéndose a si misma. Aspirando aire para gritar nuevamente, se abalanzo hacia delante.

Algo, alguien, salio de las sombras. Ella vio el movimiento, y otro olor, áspero, medicinal. Lleno su garganta, sus pulmones.

Se volteo, para huir o defenderse, no estaba segura, y peleo a través del aire. Pero la fuerza se había escapado de sus extremidades, adormeciéndolos segundos antes de que sus ojos giraran detrás de su cabeza.

Y se colapso como la pila de muertos que la habían engañado.